El rostro dulce y la voz excitada del niño irrumpieron en el estudio.
-Papá, papá, mamá sigue aquí, suena y suena.
-Lo sé, también escucho su violín todas las tardes de lluvia.
-Papá, silencia un momento tu oboe y ven conmigo al jardín, mamá ahora interpreta viaje de invierno para nosotros.
La mano del oboísta no alcanzó a viajar desde su instrumento hasta la mano de su hijo. Justo cuando el niño la estiró, su padre se desvaneció, integrándose a la lluvia que caía a través de la ventana.
1 comentarios:
wao...super
la imagen me gustó muchísimo
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