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22. JULIO CESAR MEDRANO PEREZ 18 de Agosto 1985. Tunja Boyacá.

martes


A Las Ratas también
les preocupan los cigarrillos


Las cuchillas oxidadas que dejaste sobre el retrete gruñían por mi sangre, querían morder mis mejillas de nuevo, pero en lugar de hacer el ritual de desollarme el rostro, elevé mi cuerpo como un suricato dando aviso de la conquista y volví la mirada hacia tu obsequio de aniversario: una inmensa grieta en el cielo por donde caía una lluvia de cabezas de pescado, y las cuchillas rieron mientras las cabezas caían sobre las alas de Gregorio Samsa, sobre tus zapatos verdes de tacón alto, se precipitaban a oler el libido perfume de Marguerite Yourcenar, caían ligeramente sobre los cigarros, mis cigarros, porque fumo, ¿lo recuerdas?

Las ratas dejaron de fijarse en mí, se cansaron que mi carne supiera a café con vino, que no me lavara el pelo, que hubiera dejado de ser el mismo desde tu partida, dejaron de fijarse en mí porque les preocupaban más los cigarrillos, y en lugar de golpearlas, te escribía, y con bolígrafo, porque escribo, ¿lo recuerdas?


Tu cenicero reposaba sobre mi cabeza, aguardaba ser inundado, culminado, ser bien servido por mi angustia, ser útil instrumento de guerra, ser asesino, ser violador de mis dedos para conocer el sabor de tus piernas, pero no le interesaba ser día o ser noche, si volvías por él o por mí, no le interesaba si te daban flores o espinos, porque es inerte, ¿lo recuerdas?


Lindo regalo, como hubiera querido poder compartirlo con el grillo que no dio ni un instante de consuelo a mis oídos, con aquel astronauta que desde su luna lanzó su casco a mi tejado, con la carroña que me miraba desde el suelo con todas sus tripas reventadas, y por supuesto, con la muerte que me acecha más a menudo desde que te la llevaste: la máquina, la de escribir, porque escribo, ¿lo recuerdas?


Las ratas hurtaron mis cigarrillos, quería acabarlas, pero en lugar de discutir con ellas, sonreí, como un bien inoportuno sonreí. No pude vomitarles conejitos como lo haría Cortázar, pero pude embriagarlas y retorcerles el cuello como lo haría Bukowski, no pude atrasar el despertador de mi vecina, pero pude convertirme en cántico busetero, y no pude aplastar al grillo pero pude enviarle una postal pidiéndole que por favor cesara de tocar su violín sofocante, porque la vida es un cuento, ¿lo recuerdas?




El espacio se colmó de mi humo gris. Como las aborrezco, rieron a carcajadas mientras los fumaron todos uno por uno, celebraron porque supieron del veneno que le puse a sus galletas. Disimulé la traición y recogí, cabeza por cabeza, tu lluvia de aniversario, que lindo regalo, sabías que odio el pescado como odio afeitarme, que lo odio como amo a tu cenicero, porque también amo, ¿lo recuerdas?


Una cabecita salió de su escondite y se burló del rostro con el que me dejaste plantado en el espejo un día, no me importó, se burló de mi cántico busetero, sonreí, se burló que en mi pecho aún estuviese abierta la herida, en seguida tomé uno de tus zapatos verdes de tacón alto y lo aventé hacia la pared para aterrorizarla, pero en lugar de huir me brindó un cigarrillo, mi cigarrillo, lo acepté pensando en que ese era el mejor obsequio del día, porque fumo, ¿lo recuerdas?


Decidí convertirme en humano y salir por un poco de vino y más cigarrillos, porque cuando te largaste me bautizaste rata,

¿lo recuerdas? 


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó! ❤️

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