Eres amarga
Eurídice litoral,
querida desastre con puntadas en los pies.
He de buscarte en los esmaltes blancos del aire alto
con las brazadas remolonas de la porfía
y los galeotes estragados
que florecen en las costillas de los esquifes
desplumados en el caldo sublime.
¡Ay, nado superfluo de mis remos!
Fumador de espuma y polvo.
Envuélvete en la noche y en las brasas,
escombros de incendios de ultramar
que suturan la piedra en firmamento.
Dios: ¿bailas entre los telones
abrazado con los días bordados de súplica?
Vuelvo tras de ti con un eco pelícano,
cojeando trenzado de maderas que resuenan en los muros,
perforado por maldición y sumisión.
Vuelvo tras de ti,
prendido con los dientes a la popa de los autos.
Saltan chispas,
nuevas brasas afiladas
luciérnagas de mis huesos.
Extraño los abismos del crepúsculo,
sus arcos templados donde me puedo tender
a mirar la otra noche
desde arenas cálidas y morenas
masticando las esquinas robadas al horizonte.
1 comentarios:
Jajajaja (huy profesor mas de lindo buen escritor ��matas )
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